miércoles, 23 de febrero de 2011

“EL GRAN FANEGAS” Breve biografía de un artista olvidado.

                                         
 
A mi padre Alfonso Paredes “Niño Alfonso”,
Pues gracias a él, por sus vivencias, insistencia y privilegiada memoria
hoy pueden ser recordados y reconocidos todos los cantaores olvidados de la tierra.


 
Entre los grandes cantaores flamencos olvidados de nuestra comarca, nos encontramos con el cartagenero Juan Baños “Fanegas”, quien como tantos otros artistas de la tierra, hoy se encuentra relegado al más profundo pozo de la memoria, ese que nos lleva a las profundidades de un olvido injustificado.
Fanegas no llegaría a formar parte de las mejores compañías del momento, como fue el caso de “Guerrita”, sin duda el más importante cantaor cartagenero de esa generación que se convertiría a partir de mediados los 20 en un ejemplo claro de la España cantaora del momento; tampoco fue un cantaor relevante en su tiempo, aunque sí compartiría escenarios junto a artistas de la talla de Niño de Marchena, Manuel Vallejo, Angelillo, Cojo de Málaga, La Niña de la Puebla, Carmen Amaya, Niño Caracol, Juanito Valderrama o el gran Sabicas, por poner solo un limitado número de ejemplos.
Su talante y personalidad en el escenario le haría encabezar infinidad de espectáculos de la época, y aunque no llegaría a triunfar entre ese grupo de cantaores elegidos que noche tras noche llenaban de cante los macro espectáculos de la Ópera Flamenca, su nombre se convertiría en un referente indiscutible entre la afición de nuestra región y, sobre todo, de Cataluña, en la que sería rebautizado con el sobrenombre de “Gran Fanegas”, siendo durante más de tres décadas punto de referencia entre los espectáculos flamencos más importantes de la Ciudad Condal.
Teatros como el Victoria, el Cómico y sobre todo el Circo Barcelonés donde durante años se convertiría en uno de los artistas de mayor reclamo para los aficionados, o locales como el Cangrejo flamenco y Villa Rosa contemplaron lo mejor de su arte, que sería registrado para algunas de las más importantes compañías discográficas del momento, sus fandangos, cantes de ida y vuelta y sobre todo sus tarantas se convertirían en un referente cantaor en la Barcelona de los 20 y los 30 del siglo pasado, y su declarado apoyo a la República le haría implicarse con la causa siendo uno de los cantaores republicanos que inmortalizó su cante a favor de sus ideales.

Hoy Fanegas es prácticamente un desconocido entre la afición del terruño, y aunque por motivo de espacio en este trabajo solo se recoge una breve parte de su vida y trayectoria artística, sin ahondar en aspectos estilísticos los cuales quedan para otro trabajo más extenso , he intentado aportar en él mi pequeño granito de arena para perpetuar su recuerdo.

Valga desde este espacio mi más sincero y emotivo agradecimiento a quienes a lo largo de los años, por sus vivencias, escritos y aportaciones me ayudaron a conocer más a fondo a nuestro personaje, comenzando por mi padre el Niño Alfonso que lo conoció y cantó con él en varias ocasiones. Suyas fueron las primeras referencias sobre éste y tantos otros cantaores que, por desgracia, hoy permanecen prácticamente olvidados, también, cómo no, quiero mostrar mi agradecimiento al desaparecido cantaor Antonio Rodríguez “Morenito de Levante”, quién debutara por primera vez en un escenario de la mano de Fanegas en el barrio cartagenero de San Antón, allá por los lejanos años 50… A Paco Hidalgo quien nos muestra en su libro, “Como en pocos lugares. Noticias del flamenco en Barcelona”, las primeras reseñas de Fanegas en la Ciudad Condal, y a los buenos aficionados Ginés Candelas y Julio Rebollo que fueron quienes me aportaron los primeros datos familiares a través de las vivencias con Paco “El Migas”, hermano de Fanegas, además de la única foto oficial que hasta el momento se conoce de él y que un desaprensivo se ha atrevido a reproducir y colocar en una página Web regional, sin nuestro consentimiento, omitiendo la fuente de donde salió, prohibiendo su reproducción e incluso anunciándola como parte de su archivo personal.

A ellos y a todos los que durante tantos años han luchado por llevar a cabo y mostrar al mundo con honestidad lo más importante de nuestra cultura, la esencia idiosincrásica que forma el cante de nuestra tierra, va dedicado este trabajo.

Juan Baños; cantaor desde la cuna.


El 9 de diciembre de 1893 nacía, en la calle Onda del barrio cartagenero de San Antón, Juan Baños Sánchez, al que años después conoceríamos con el nombre artístico de El Fanegas.

Hijo de Juan Baños Hernández y de Rosario Sánchez Pérez, sería bautizado tres días más tarde en la parroquia que da nombre a su barrio, San Antonio Abad.

Juan fue el primogénito de una familia numerosa de origen humilde y ese sería el motivo por el cual, a muy corta edad, comenzaría a trabajar para ayudar económicamente a una familia que no andaba muy sobrada, y fue también la razón por la que nunca gozó de la oportunidad de ir a la escuela.

Su primer trabajo sería en la fábrica del cristal y vidrios de Santa Lucía de Cartagena, donde lo bautizaron con el sobrenombre de El Fanegas, alternando con el trabajo en el campo en una finca que tenía arrendada la familia y que pronto se daría a conocer como “finca del Fanegas”, en honor al cantaor que desde joven ilusionaba a la afición cartagenera. Poco después, siendo todavía un niño trabajaría en las minas de La Unión, entrando en contacto con el sentir de los cantes mineros, aprendiéndolos de primera mano de quienes los interpretaban desde el más trágico de los escenarios: “la profundidad de la mina”, esto le valdría para poder alternar y cantar en las tabernas con los mineros y de ellos escucharía por primera vez el lamento de la taranta que con los años interpretaría a gran altura. Pero esto sería durante poco tiempo, pues en la mina conocería las penurias y la desgracia y en ella vería la pronta muerte y enfermedad de alguno de sus compañeros, lo que le hizo pensar que éste no era el mejor sitio para él y comienza a trabajar en la fábrica de la luz, donde por primera vez aprendería un buen oficio y años más tarde formaría parte de la nómina de trabajadores del arsenal militar del Estado como oficial electricista, alternando su trabajo con la afición al cante, que le iba alzando a un lugar privilegiado entre los artistas de la tierra.

Para situar a Fanegas desde un orden cronológico en el marco de los cantaores más representativos de La Unión y Cartagena de ese tiempo, o que desarrollaron su arte desde sus inicios en esta comarca, tomando como ejemplo a los artistas posteriores a la generación que lideraba Antonio Grau Mora el “Rojo el Alpargatero”, hemos de apuntar que nació 9 años después que Antonio Grau Dauset, era aproximadamente dos años menor que Emilia Benito “La Satisfecha”, 3 años mayor que Antonio Ayala Mateo “el Rampa”, y 12 años mayor que Guerrita. Fue, por tanto, junto a los citados artistas, líder de una generación que en su mayor parte buscaron y encontraron el éxito y reconocimiento fuera del terruño.

El prematuro éxodo de Antonio Grau hacia la capital y de Emilia Benito, que partió rumbo a la aventura en busca del éxito, colocaba a Juan Baños como el gran divulgador de nuestros cantes entre los artistas de la tierra. Su cante serviría de puente de transmisión de los cantes mineros primitivos de finales del siglo XIX y la época que lideró Guerrita, en la que daría comienzo una nueva etapa con los florecientes y flamencos años 20.

Pronto le vendría la afición al cante y no tendría que irse muy lejos para ello, pues en su casa había una gramola y una amplia colección de discos de pizarra, su madre Rosario Sánchez, recuerda su hijo Francisco, era una gran aficionada, aunque nunca cantó en un escenario; al parecer tenía unas excelentes facultades, amenizando las duras jornadas laborales con su cante. Es de suponer que nuestro personaje se vio envuelto por ese duende del flamenco que desde niño en su hogar se respiraba.

Su precoz debut le haría que pronto llegara a destacar como uno de los artistas más relevantes de la tierra, y ya desde la segunda década del 1900, se pueden obtener breves reseñas de su arte.

Aunque su primera actuación de importancia tendría lugar el 7 de agosto de 1917 en una función benéfica en el Teatro Circo de Cartagena, acompañado a la guitarra por el ya célebre tocaor de guitarra José Grau, hijo del mítico Rojo el Alpargatero, y donde podemos observar que por esos años ya gozaba de un merecido prestigio en su tierra, lo que nos lleva a pensar que por entonces Fanegas tenía una dilatada experiencia por los escenarios de la región.

A partir de 1918 se multiplican las actuaciones de Fanegas por todo el entorno cartagenero, destacando desde un principio como un gran cantaor de saetas, cualidad que le haría imprescindible en los balcones de la Semana Santa cartagenera. Su particular forma de interpretación impregnaría de “Jondura” el paso de la procesión cartagenera, de la que Fanegas se convertiría en un pilar indiscutible durante años.

Las actuaciones y bolos se suceden y, acompañado por el profesor de guitarra Niño de Jaén, actúa por los barrios, cines y teatros de la localidad destacando su clamoroso triunfo en el cine Máiquez de Los Dolores, lo que le sitúa entre los artistas más notorios de la comarca de ese tiempo.

La popularidad que arrastra ya por esos años le hace que el dueño del prestigioso Café del Tranvía, D. Antonio Antón Ferrera, se fije en él para que participe en el primer concurso de Cante Jondo celebrado en ese local entre los días 2 y 5 de febrero de 1921, aunque el concurso gozó de la sola referencia que evidenciaba su carácter comercial como informaría la prensa del momento.

D. Antonio Antón Ferrera, con sin igual desinterés, procura presentar constantemente un espectáculo nuevo que haga más solaz y amena la estancia en este salón a la distinguida concurrencia que acude a diario deseosos de aplaudir a tan notables artistas

Aunque mucho más humilde, sin apenas trascendencia para la historia jonda, todo hay que decirlo, se adelantaría en más de un año al famoso concurso granadino de 1922. Pero, a su vez, serviría para que el público cartagenero se ilusionara con esa nueva generación de cantaores que, desde años, se estaba gestando en la ciudad. Los competidores por tan “prestigioso” premio, “la Copa el Tranvía”, serían los cartageneros Antonio Ayala “el Rampa”, Juan Baños “Fanegas” y Patricio Alarcón. El concurso alcanzó tal grado de aceptación entre la clientela que el dueño del establecimiento decide ampliar el contrato de los dos últimos durante un tiempo, y la “Copa el Tranvía” se celebraría durante años, añadiendo a su nómina de ganadores cantaores como Patricio Alarcón, Antonio Ayala “El Rampa”, Isabel Díaz “La Levantina”, “El Niño de Triana” y “El Niño de las Moras”, entre otros.

Fanegas goza ya a primeros de los años 20 de un merecido prestigio en la ciudad por sus condiciones para el cante flamenco y no solo eso, pues además de su privilegiada voz, destacaban en él ciertos encantos irresistibles para el sexo femenino. Joven, atractivo e irresistiblemente mujeriego, con fama de conquistador, lo que le acarrea algún que otro lío de faldas, establece su nido de amor en el desaparecido barrio de “El Molinete”, allí durante algún tiempo mantiene amoríos con “la Parrilla” afamada “camarera” de la Bombilla, cabaret de dudosa reputación del barrio donde, como en tantos otros establecimientos del mismo, la prostitución estaba a la orden del día, las continuas peleas y disputas ocasionados en su mayoría por los celos de esta hacía él, causarían en alguna ocasión la aparición de las fuerzas del orden para mediar en el conflicto y reestablecer la calma en el barrio. Altercados que se repetirían con otras mujeres que intentarían en vano encontrar en él la fidelidad.

El año 1924 sería crucial para su carrera. Por un lado, el 27 de mayo parte rumbo hacía Melilla donde es contratado para actuar en uno de sus cafés durante una temporada. No sería la primera vez que Fanegas es contratado fuera de la región, pero sí cuando empieza a plantearse el cante como medio de vida. La fiebre que está experimentando el cante jondo por casi todo el país, en parte influido por el éxito alcanzado por el concurso celebrado dos años antes en Granada, y el interés que, a su vez, despertaban entre la afición de la región la nueva generación de cantaores de la tierra, además de el paso por ella de cantaores foráneos con unas destacadas condiciones para el cante, generan el comienzo masivo de concursos de este tipo en toda la Región de Murcia, que servirían de escaparate para los cantaores de su tiempo.

En la comarca de Cartagena y La Unión se desarrollaría de una manera especial ese sentir cantaor que nacía de las influencias de unos jóvenes artistas que reclamaban con su arte un espacio en el que los cantes de la tierra se verían reflejados por las influencias del momento. Fanegas fue partícipe en la mayoría de estos concursos que, aunque quedaron relegados al olvido, con el paso del tiempo serían de vital importancia para dar a conocer a una generación de cantaores comprometidos con unas formas expresivas que habían heredado de sus antepasados y que ellos habían sabido enriquecer y desarrollar para acercarlas al gran público.

Participa en este mismo año junto a su hermano Pepe en un concurso organizado por la Cofradía de los Californios, teniéndose que conformar con el tercer premio para profesionales locales detrás de Patricio Alarcón y de José Bernal (el Mendo), obteniendo un premio dotado con una cuantía de 50 pesetas. Espina que se quita al día siguiente, al ser el ganador del premio de honor que va acompañado de la nada desdeñable cantidad de 250 pesetas; consiguen accésit Patricio Alarcón, María Amaya “La Gazpacha”, que ya resultara premiada dos años antes en el mítico concurso de Cante Jondo granadino, y Antonio Ayala “el Rampa”.

Durante el año 1925 obtiene segundos premios en los concursos celebrados en el barrio cartagenero de Santa Lucía y en el cine del barrio Peral. El primer premio recayó en manos de Guerrita que ya, y con sólo 19 años, se estaba haciendo un puesto de importancia entre los cantaores del momento.

Cosecha importantes éxitos, destacando sus actuaciones en el Circo Teatro de La Unión junto a Patricio Alarcón y la guitarra del Zocato, escenario en el cual se proclamaría meses más tarde ganador del primer Concurso de Cante Jondo, en dura competencia con un nutrido grupo de cantaores entre los que destacarían poco tiempo más tarde Guerrita y José Escudero “El Chato de Valencia”, que rondaría durante algún tiempo la cuenca minera empapándose de los misterios de su cante, dando forma a una Murciana de la escuela de Joaquín Vargas “El Cojo de Málaga”, a la cual le imprimía una musicalidad más definida, respondiendo a ciertos matices de taranta primitiva que tanto se cultivaba en esta tierra. Más tarde, este cante, cargado de musicalidad, donde predominaban los garganteos, florituras y unos excelentes registros en los tonos medios y bajos, sería transmitido por el genial maestro de Montefrío Manuel Ávila, dándose a conocer por cierta parte de la afición con su nombre.


                                                
Actúa en el teatro Ortiz de Murcia junto a José Cepero, El Mendo y Guerrita, La crítica de El Liberal no deja lugar a dudas del éxito de nuestro personaje: “(…) y el Fanegas, que sabe cantar como un gitano, ¡ole!, con alegría y donaire las bulerías, quedó un poco más arriba de la altura de su fama”.

Participa en el concurso de cante jondo celebrado en Murcia con motivo de las fiestas de primavera, junto a Pedro Garrido “Niño de Levante”, Guerrita, El Cano y El Rampa, entre otros cantaores de la tierra. También actúa en el Salón Martínez de Espinardo, junto a Niño Guerra (Guerrita), Mendo y el guitarrista unionense José Mateo el Zocato. De su repertorio la prensa destaca sus soleares y bulerías, éstas y otras críticas anteriores, nos hacen observar que ya antes de emigrar a Barcelona, Fanegas es un cantaor de amplio repertorio, en los cuales incluye cantes que no se ajustaban al modelo cantaor de los artistas de la zona. Siendo destacado por los cronistas del momento esencialmente en esos cantes.

Y llega el gran día, Fanegas es contratado para actuar por primera vez en el Teatro Circo Barcelonés, en él, a lo largo de los años, destacaría como un importante cantaor de flamenco. Su debut se produciría el 21 noviembre de 1925 junto a un viejo conocido de la afición unionense El Niño de las Moras, que ya octogenario conseguiría, por los años 60, importantes triunfos en ese festival que desde esta tierra comenzaba a fraguarse “el Cante de las Minas”. Días más tarde compartiría cartel también en el Barcelonés con El Niño de Linares. El espectáculo se prolongaría durante 15 días anunciándose la despedida del coso catalán el 6 de diciembre. Las buenas formas de Fanegas para el cante y los éxitos cosechados son reseñados por la prensa de Cataluña, y también de Cartagena, donde ven con entusiasmo el triunfo de uno de sus artistas más relevantes. El Eco de Cartagena, en su edición del 27 de Noviembre de 1925, recoge la siguiente noticia:

“En Barcelona ha obtenido un señaladísimo triunfo el cantador de Jondo Juan Baños «Fanegas», cartagenero. Son diferentes las empresas catalanas que quieren contratar a Fanegas a quien le deseamos los mayores éxitos y sobre todo pasta para el chorro”.

Regresa a Cartagena después del éxito alcanzado en la Ciudad Condal, reapareciendo el 15 de Enero de 1926 para cantar ante sus paisanos en el salón del cine de su barrio de San Antón, donde es recibido calurosamente, y cinco días más tarde para cantar en el Teatro Circo junto a Guerrita y el gran Manuel Vallejo que viene precedido de gran fama y expectación debido al sonoro triunfo cosechado en el Pavón, en el cual se haría merecedor del prestigioso trofeo que ofertaba el Teatro, ante parte de los artistas más destacados del momento. La prensa califica la actuación de los tres cantaores como excelente augurando un gran futuro para Guerrita, que llegaría solo unos meses después. Fanegas triunfó en la canción del enterrador, que poco tiempo más tarde popularizarían el genial Niño de Marchena y el mirlo de Vallecas, Ángel Sanpedro “Angelillo”. El cartel lo completaban María Albaicín y Paco Senra, entre otros, que también escucharon los aplausos del respetable. Dos días más tarde el espectáculo se repetiría en el Circo-Teatro unionense donde cosecharía también un enorme éxito.

Los espectáculos se suceden y cada vez nuestros jóvenes intérpretes gozan de más fama entre los empresarios de diferentes puntos de España, el 23 de enero actúa en Elche, junto a Guerrita. La actuación debió convertirse en un éxito clamoroso, pues Guerrita comienza una serie de actuaciones que culminan pocos meses más tarde con sus primeros éxitos en Barcelona y en la capital, convirtiéndose en pocos más de dos años en uno de los cantaores más relevantes de la España cantaora de ese tiempo. Mientras tanto, Fanegas es contratado junto al rey de las Saetas “Manuel Centeno” y la famosa “Antequerana”, que regresaría a Cartagena años más tarde de su gran éxito en ciertos cafés de la ciudad para ilustrar con su cante la película “Currito de la Cruz”, que se estrenaría el 25 de febrero de 1926 en el Teatro Circo de Cartagena. Ante el clamoroso éxito que supone el estreno de dicha película, que viene precedida de una gran fama por la prensa nacional, la empresa no repara en gastos y para que la sensación sea completa y perfecta, contrata para la ocasión a una gran orquesta de 20 profesores y una banda de cornetas, clarines y tambores que intervendrá en los momentos oportunos de la acción, los cantaores contratados serán los responsables de dotar a la proyección con el mayor sentimiento y emotividad.

Por esos años, ya había formado matrimonio con Isabel, una joven y guapa cartagenera que contaba con el beneplácito de la familia, con la que tendría una hija que recibiría el nombre de Rosario en honor de la abuela materna. No dudaría mucho tiempo la felicidad en la casa de Fanegas, ya que al poco tiempo después ambas fallecieron. No puedo precisar si ese sería el paso definitivo para abandonar Cartagena y rehacer una nueva vida en Barcelona, pero sí puedo afirmar, según los recuerdos de su hermano Paco a mis buenos amigos Ginés Candelas y Julio Rebollo, que allí se volvería a casar y sería padre de, al menos, tres hijos, siendo padrino de uno de ellos su gran amigo Manuel González “Guerrita” y de otro el “Niño de Marchena”, con el que compartiría una gran amistad durante toda la vida y con él que llegaría a impresionar varios discos con las guitarras de Luís Yance y Ramón Montoya para la casa Gramófono, “A la mujer sin sentío” y “Que estaban juntos los dos” y los fandanguillos a dos voces, “Una rosa y un lirio” y “Por qué te llaman Dolores”, en el que podemos oír en la voz del propio Niño de Marchena: “Vamos a hacer este disco de arreglo mío con mi “compare” Fanegas y yo”.

Antes de esto, en Cartagena, se le conoce algún que otro devaneo amoroso, tan mal visto en ese tiempo, y no pocos escándalos por causa de su afición a los líos de faldas. Su padre, que siempre soñó para él con una vida de provecho en la cual tuviera un buen oficio como medio de vida y que se dejara de esa afición al cante, que él detestaba por ciertos ambientes que el flamenco acarreaba, le cierra las puertas de su casa cuando éste se presenta en ella después de un largo periodo trabajando en los cafés de Málaga y del Norte de África con una bailaora de dudosa reputación.

Regresa a Barcelona, y aunque durante algunos años viviría a caballo entre ésta y Cartagena, esta vez sería para triunfar allí, el 20 de mayo de 1926 vuelve a actuar en el Barcelonés en un espectáculo organizado por el incansable Juanito el Dorado, donde es anunciado como el ídolo de todos los públicos, completan el cartel, entre otros, el Niño de Málaga, Niño de Linares y Chato de Valencia que debutaba en Barcelona, con el que ya había compartido cartel en el concurso celebrado unos meses antes en el Circo-Teatro de La Unión. Hasta el mes de junio se prolonga su contrato en el Barcelonés, triunfando junto a su paisano Guerrita y el Niño de Granada en la que sería una de sus últimas actuaciones antes de que un accidente de tráfico acabara con su vida en la carretera de Murcia a Cartagena, truncando para siempre una carrera esperanzadora.

En agosto vuelve a Cartagena para cumplir una serie de compromisos y contratos, el 24 de ese mes, por discusiones relacionadas con el arte, se enzarza en una pelea con su gran amigo Antonio Ayala “el Rampa en el bar de la calle San Vicente. A la llegada de las fuerzas del orden, Fanegas, que ya era conocido por escándalos anteriores, sale huyendo para evitar cualquier tipo de problemas; el Rampa es atendido en el hospital de Caridad, con una lesión leve. Poco les duraría el enfado pues unos días más tarde comparten tablas en un espectáculo celebrado en el marinero barrio de Santa Lucía.

Ese mismo mes de agosto comparte cartel junto al Niño de Triana y el Mendo en un espectáculo celebrado en su barrio de San Antón, sucediéndose las actuaciones por la comarca. La prensa recoge con orgullo los éxitos de Fanegas y Guerrita que triunfan en diferentes plazas de toda España; artistas a los que pocos meses antes se podían escuchar en los concursos de cante para aficionados de la comarca.

Los éxitos alcanzados en diferentes locales de varios puntos de España, no pasan desapercibidos para las discográficas del momento, el 17 de octubre de 1926 el diario local Cartagena nueva anuncia la siguiente noticia:

“Juan Baños (a) Fanegas el popular y notable “cantaor” de flamenco, ha sido contratado por una empresa de San Sebastián para impresionar varías placas para gramófono. También Fanegas va a ir ventajosamente contratado a Barcelona, donde ya ha actuado con éxito otras veces”.

Tras un breve periodo en Barcelona regresa de nuevo a Cartagena y participa, el 6 de diciembre, en un concurso de cante organizado por el dueño del Teatro Principal junto al Rampa, Patricio Alarcón, el Mendo y el Cano, actuando fuera de concurso el Niño de Marchena, con quién, desde años, había entablado una profunda amistad. Es probable que volviera a trabajar fuera de la región pues no tenemos noticias suyas durante algunos meses hasta el mes de abril de 1927, en el que vuelve a ser contratado para cantar Saetas en la reposición de la película Currito de la Cruz en el cine Máiquez de Cartagena, ante el apabullante éxito obtenido un año antes en el estreno de ésta en el Teatro Circo.

El 7 de julio vuelve a Barcelona para triunfar en el Barcelonés donde es contratado solamente por una semana, ante los compromisos profesionales adquiridos por otra empresa a partir del día 15, siendo sustituido por el Niño de Utrera.

Continúa actuando en Villa Rosa y en los espectáculos organizados por el guitarrista mallorquín Juanito el Dorado por distintas ciudades y pueblos de Cataluña, el escritor y flamencólogo Paco Hidalgo, lo sitúa en un macro espectáculo en el Cinema Titán de Cornellà de Llobregat, el anuncio de Fanegas en la prensa es recogido así:

“Ha llegado el momento de que el público de Cornellà pueda saborear la labor del gran artista que está donde las primeras figuras, conocedor de todos los cantes y de los del mismo Vallejo El Gran Fanegas, el cual será acompañado del tan conocido y único en su género Juanito “El Dorado”.

Desde agosto de 1927 hasta diciembre del mismo año trabaja en distintos espectáculos del Barcelonés junto a grandes elencos con un gran número de artistas destacando entre ellos artistas de la talla de La Ciega de Jerez, el anunciado fenómeno del cante jondo Antonio Chacón (Chaconcito), el Sevillanito, Niño de la Rosa, José Palanca, Niño de Sevilla, Niño de Linares, el Posadero y Juan García “el Niño de Hierro” que viene precedido de un gran prestigio por su reciente triunfo en el Real Cinema de Madrid.

A principios de 1928 debuta en la capital, donde diariamente triunfan los artistas más notables del arte flamenco y donde reside desde hace casi dos años su querido amigo y paisano Manuel González “Guerrita” que, diariamente, cosecha triunfos arrolladores destacando como uno de los artistas más relevantes del momento. Su debut tiene lugar el viernes 3 de febrero en el Circo Price junto al Chato de Valencia y Pena Hijo. No debería encontrar el éxito soñado en la capital, pues poco tiempo después lo volvemos a localizar en Barcelona para actuar en el Circo Barcelonés donde a partir de ese momento se convertiría en un cantaor fijo en los famosos espectáculos organizados por Juanito el Dorado, actuaciones que alterna con su participaciones en el teatro Cómico en el estreno de la comedia de costumbres andaluzas, “La mala uva”, junto a Miguel y Conchita Borrull, Faíco Chico, Tanguerita y Rosalía la Flamenca, y con actuaciones por toda la geografía catalana como el cine Marte de L’Hospitalet de Llobregat donde participa junto a la Trinitaria y reputados artistas que trabajan en diferentes teatros de la ciudad en el festival a beneficio de las víctimas de la catástrofe del teatro de Novedades de Madrid y del polvorín de Cabrerizas Bajas, de Melilla.

En noviembre del mismo año participa en el concurso la gran Copa del Circo Barcelonés tomando parte, entre otros, Lola Cabello, el Niño de Cartagena, la Trinitaria, la Niña de Sevilla y un joven Manolo Caracol, que años antes resultara triunfador en el concurso granadino.

En marzo de 1929 participa en el concurso de saetas organizado por el Barcelonés destacando, entre otros, el Niño de Lucena y Guerrita. Y el 29 del mismo mes debuta en el Teatro Pavón de Madrid, representando “La copla Andaluza”, que se anuncia en la prensa como reformada, junto a Manolo Constantina, la Niña de Chiclana, y Jesús Perosanz.

Participa en los actos de la exposición universal durante los meses de julio hasta septiembre en las fiestas andaluzas de la Venta Goyesca bajo la dirección de Juanito el Dorado. Y un mes más tarde en el estreno de la comedia dramática “Maravillas de Andalucía”, junto al Canario del Colmenar, su hermano José Baños Fanegas II y las Hermanas Chicharras. En Noviembre participa en el teatro Principal de Gracia en un espectáculo organizado por Juanito el Dorado, donde es anunciado como ídolo de todos los públicos.

Las emisoras radiofónicas de toda España recogen las grabaciones de Fanegas que goza de un gran prestigio entre la afición, que se incrementa con los fandanguillos que grabara a dúo con el ídolo del momento, el Niño de Marchena.

En 1930 regresa a Cartagena para cumplir compromisos adquiridos con el dueño del Café del Tranvía, rebautizado desde 1926 como bar Cervantes, lugar donde ya triunfara una década antes. Fanegas es un perfecto reclamo para la afición cartagenera deseosa de poder ver a su ídolo en dura competencia con los cantaores foráneos que son contratados para actuar en el prestigioso café. Los enfrentamientos artísticos se suceden noche tras noche y la afluencia al establecimiento se ve recompensada con una gran concurrencia, lo que reporta una gran caja para el empresario, negocio que, a su vez, es aprovechado por Fanegas para hacerse con un gran contrato por cada noche de actuación. Su debut se produce con un clamoroso éxito el 30 de enero en competencia con la Niña de Chiclana. Su repertorio: cartageneras, fandanguillos y tarantas. El local registra un lleno absoluto, lo que hace que su contrato se prorrogue durante algún tiempo y sus rivales se anuncien como competidores de Fanegas en gran duelo. Durante los meses de febrero y marzo se alternan con Fanegas, viejos conocidos de nuestro artista y de la afición local, Antonio Ayala Mateo “el Rampa”, Isabel Díaz “la Levantina” y los cantaores foráneos Niño de Triana, anunciado como cantaor por todos los estilos y ganador de la Copa de oro de la Exposición de Sevilla, y los niños de Quesada (Jaén) o de los Caracoles, por solo citar a unos pocos.

El lunes 24 de febrero actúa en el Salón de San Antón ante sus paisanos y tres días mas tarde en el Café Moderno de La Unión junto a Patricio Alarcón, otro de los ídolos locales. Es de suponer que el éxito sería rotundo, pues Patricio, aunque es un cantaor del que poco se ha divulgado, he podido conocer a través de los comentarios del propio Fanegas y, del Rampa viejo, abuelo del actual Rampa, a mi padre, el Niño Alfonso, que fue un cantaor generalísimo con un gran repertorio, conocedor de todos los estilos y, en particular, de una gran variedad de tarantas y mineras primitivas en su mayoría hoy en desuso y de las cuales guardo unas grabaciones caseras en la voz de mi padre en los estilos que le trasmitiera “el Rampa” y que algún día ahondaremos en ellos para su divulgación por ser unos cantes en su mayoría completamente olvidados, versión que me fue ratificada por el cantaor cartagenero Antonio Rodríguez “Morenito de Levante” años antes de su fallecimiento.

El 3 de abril participa en una gala a beneficio del Hospital de Caridad organizada por Guerrita en el Teatro Principal de Cartagena y que serviría como despedida de éste ante sus paisanos antes de embarcar para triunfar en
América. Guerrita por esos años es uno de los cantaores más importantes del panorama español, sus recientes éxitos en las grandes compañías operísticas y su triunfo en el cine y en los Teatros de la capital y de Cataluña con las representaciones récord de “La Copla Andaluza” y “El Alma de la Copla”, le hacen poseedor de un merecido prestigio con el cual el público cartagenero se siente completamente identificado. Ni que decir que el gran triunfador de la noche sería éste que ya desde días anteriores sería anunciado en la prensa local con el apelativo de AMO del cante. El evento lo completaron, entre otros, los cantaores José Bernal “el Mendo”, Vallejo chico, Patricio Alarcón y Fanegas, que sería otro de los grandes triunfadores de la noche.

En Febrero de 1931 regresa a Barcelona para triunfar de nuevo en el Barcelonés, compartiendo escenario con todos los artistas más representativos del ámbito flamenco de Cataluña, destacando el Gran Guerrita, Canalejas, Niño de Caravaca, Niño de Lucena, Niña de Linares, la familia Borrull y un largo etc, sobresaliendo entre todos ellos el espectáculo organizado el 3 de diciembre en el cual Fanegas el gran ídolo local debía de medirse al Niño de Utrera y a Joaquín Vargas “el Cojo de Málaga”, también actuarían Pedro Garrido el Gurri, conocido también como Niño de Levante, padre de las hermanas Garrido y un cuadro de baile formado entre otras por La Faneta, La Romerito y La Capitana, que más tarde recorrería el mundo siendo una artista universal, glorificando el nombre de España y prestigiando el arte flamenco, la gran Carmen Amaya.

Pero antes en el mes de julio trabaja en el elenco de la Semana Andaluza del Pueblo Español en Montjuïc, destacando en su representación de “Juan el cortijero”, y el 4 de octubre en el cine Colón representando “La Copla Andaluza” junto al guitarrista Paco Aguilera.

En el año 1932 continúan los éxitos en el Circo Barcelonés, destacando sus actuaciones junto a la Ciega de Jerez, los hermanos Manuel y Antoñito Guerrita, Canalejas de Jerez, los paisanos José Pérez “Cartagenerito”, el “Niño de La Unión”, Pedro Garrido “el Niño de Levante”, el Murciano, y los bailaores y bailaoras María la Pescatera, Anita la Guapa, Micaela La Mendaña, María La Faneta, Maruja La Flamenca. Carmen Amaya, Rafaela La Tanguera, Antonio Viruta y El Gato. Los días 17 y 19 de julio representan en los cines América y Colón, situado muy cerca del Paralelo, “La Copla Andaluza”, junto a Lola Cabello y el guitarrista Rafael Rejón. En octubre lo localizamos de nuevo en un espectáculo monstruo en el Teatro Circo Barcelonés junto al Cojo de Málaga, Niños de Caravaca, la Calzá, Cartagena, Triana, Linares, Chato de Jerez, Carmen Amaya y un largo y nutrido grupo de artistas flamencos.

Estos espectáculos se irían sucediendo a través de los años, Fanegas se había convertido en el cantaor que a lo largo de los años más representaciones haría en el Barcelonés, donde era anunciado como una autentica estrella, siempre en dura competencia con los mejores cantaores flamencos que se habían establecido en Barcelona o que llegaban contratados para mostrar allí lo mejor de su arte.

El 30 de Abril de 1933 participa junto a Guerrita, Juanito el Dorado y Pepe Hurtado en un festival organizado por la casa de Murcia y Albacete, y de nuevo en el Barcelonés el 4 de Mayo en el debut de Dolores Jiménez Alcántara “la Niña de la Puebla” que ya pese a su juventud ha batido record en venta de discos con el éxito que le haría universal durante toda su carrera “Los Campanilleros” y que llega a Barcelona entre grandes elogios de la prensa, completan el cartel el Pajarito, Cartagenerito, Francisco Gallardo, un cuadro de baile flamenco, el Niño de la Calzá, y el Gran Fanegas, entre otros, la estancia de la Niña de la Puebla se extiende hasta el 7 de Junio y de nuevo los grandes elogios de la prensa recaen por supuesto en ella y en el gran Fanegas que es el responsable de medirse a los grandes artistas que triunfan en el local.

En julio regresa a Cartagena para actuar en el Principal junto a Marchena II, el Veganito y Corruco de Málaga. Imaginamos que, en realidad, quisieron decir de Algeciras y que en ese momento estaba muy en boga junto a la Niña de los Peines, Manuel Vallejo, Guerrita, Chato de las Ventas, el Niño de la Huerta y el propio Fanegas por sus grabaciones discográficas en apoyo a la República. Recordemos que este apoyo les costaría muy caro a alguno de ellos, cantaores como Guerrita y Fanegas serían perseguidos, agredidos y encarcelados en checas o prisiones, más dura sería la pena que tuvieron que pagar el Corruco y Pedro Martín “el Chato de la Ventas”, pues estos, desgraciadamente, pagarían con su vida.

Un año más tarde, en el 34, trabaja durante el mes de julio en la Verbena regional del pueblo español de Barcelona, junto a las Niñas de Linares, de Cádiz y Miguel Borrull; participa en un gran espectáculo en el cine Siberia de Barcelona en “competencia con” el Cojo de Málaga y en el Café del Paralelo de Sabadell junto a Magdalena Domínguez “la Ciega de Jerez”, José López “Niño de la Isla” y Angelillo de Almería.

El jueves 24 enero de 1935 participa en el homenaje a Pepe Hurtado en el Barcelonés, junto a Cojo de Málaga, el Verdulerito, Manuel Constantina, Gallardo, Lola Cabello y el cuadro formado por las excepcionales bailaoras Rafaela la Tanguera, Conchita Borrull, Carmen Amaya y la Faraona, completan el elenco el Gran Maera y Antonio el Viruta, entre otros, y los guitarristas Pepe Hurtado y Miguel Borrull.

Continúa durante los meses de marzo y abril en el teatro Victoria de Barcelona formando parte de la obra lírica “Sol de libertad”, en la que aparece cantando fandangos. El clamoroso éxito de ésta le haría que fuese contratado durante el mes de mayo en el Teatro Novedades. Haciendo escala de nuevo en el Barcelonés, el 4 de abril de 1935, para rendir homenaje al gran bailaor Antonio Rodríguez “El Viruta”; en el espectáculo participaron 70 artistas, los más importantes representantes del Arte Jondo de Barcelona. El espectáculo, anunciado a bombo y platillo, anuncia al Cojo de Málaga, Emperador de la Taranta, Manuel Guerrita, Divo de Divos, Niña de Linares, el alma de Andalucía, Miguel Borrull, el mago de la guitarra y las grandes figuras de Barcelona, entre ellas Pepita Sevilla, Niño Málaga, Manuel Constantina y Gran Fanegas. Además de un gran cuadro flamenco, el mejor de España Julia y Conchita Borrull y la Tanguera.

Ese mismo año participa en el documental El Guadalquivir (Vena lírica del cante jondo), dirigido por Enrique Guerner y adquirida por Cifesa para su comercialización, que se convierte en un gran éxito con críticas de excepción en la prensa nacional. Según el diario madrileño El Imparcial, “se recoge ampliamente con la película recientemente adquirida por Cifesa, y en la que, bajo la dirección de Gaertner, la Niña de Cádiz, Niña de Linares y el gran Fanegas, sincronizan a dúo con la guitarra de Miguel Borrull, la voz de una raza faraónica entresacada de las bellezas del paisaje”.

En el mes septiembre participa en el teatro Cómico de Barcelona con la guitarra de Manolo Bulerías en el estreno de la colosal revista Miss Miss, tomando parte como actores principales La Yankee, Conchita Rey y Alejandro Nolla. Y en los actos del Pueblo Español de Barcelona representando al pabellón de Andalucía, dirigido por el guitarrista flamenco Manolo Bulerías, Niño de Sanlúcar, la Niña de Cádiz y un gran cuadro de baile.

Los estrenos importantes se suceden en el Teatro Circo Barcelonés, donde, desde diciembre de 1935 actúa junto al genio de la copla Miguel de Molina que viene precedido de enormes éxitos en Madrid y Valencia, hasta marzo de 1936 Fanegas comparte escenario con el gran Sabicas, Rojo el Alpargatero hijo, el Cojo de Málaga, Lola Cabello, Pepe Hurtado, Niño de Utrera, Pena hijo, Carmen Amaya, La Tanguera, La Trinitaria y los grandes payasos Pompoff y Thedy, y en abril junto a un jovencísimo Juanito Valderrama, además de los artistas fijos que durante años triunfan en el teatro.

Durante los meses de abril y mayo la prensa recoge excelentes críticas del documental Guadalquivir (vena lírica del cante). Y mientras, en Cartagena en el gran cine Sport, se anuncia en sesión doble los dos recientes estrenos de sus cantaores más queridos, ”El amor gitano”, por nuestro paisano Guerrita, La Yankee y Mapy Corts, y “Guadalquivir” (La vena lírica del alma andaluza), por Miguel Borrull, Niña de Cádiz, Niña de Linares y el célebre Fanegas.

En el mes de julio actúa en la Verbena del Pueblo Español junto a la Niña de Linares y Miguel Borrull, en lo que sería uno de los últimos espectáculos antes de la terrible contienda bélica nacional en la que injustamente España se dividiría en dos bandos.

Muy pocos son los datos que aparecen de Fanegas durante ese tiempo, es muy probable que como tantos otros cantaores de flamenco que se decantaron por la República diera con sus huesos en la cárcel, pues solo localizamos una reseña suya hasta 1940, concretamente en un espectáculo organizado por el hermano de Guerrita, Rafael González; la recoge la edición del 13 de octubre de 1936 del diario barcelonés la Vanguardia y dice así “Tournée artística a la zona de guerra.

Con objeto de llevar unos ratos de distracción que les hagan olvidar las penalidades de la campaña, a los bravos milicianos que luchan en los diferentes frentes, la Comisión de Propaganda en el frente del P. S. U. de C, contando con la desinteresada colaboración de los artistas Niño de Alhambra, cantador; Juan Baños, id.; Manolo Constantina, id.; Manuel Guerrita, id.; Antonio González, tocador; Manuel Viro (Bulerías)… y un largo elenco, ha organizado una «tournée» artística que saldrá dentro de breves días para los distintos frentes”.


Una vez acabada la guerra Fanegas vuelve a trabajar en los diferentes espectáculos del Barcelonés, el 9 de enero de 1940 junto al Cojo de Málaga, Lola Cabello, Constantina…. El 30 abril de 1940 en el homenaje al Cojo de Málaga, junto a Miguel Borrull, la Trinitaria, Niña de Linares…, en mayo del 41 junto al novillero el “Tate” que se presenta como cantaor flamenco, el 30 de octubre del mismo año en el homenaje a José Grau con un gran cuadro flamenco, entre ellos, Niña de Málaga. Angelita de Cádiz., Conchita Borrull y Niña Linares.

Pocas actuaciones de relevancia encontramos de Fanegas fuera del Teatro Circo Barcelonés hasta la gira del 42 en la que recorre España con el espectáculo de su compadre Pepe Marchena, en una compañía de muy baja calidad, donde el único cantaor destacable de la misma es Fanegas. Eugenio Cobo nos confirma que a lo largo de la gira el elenco sufre variaciones de importancia Almendralejo, Badajoz, Málaga, Granada, Córdoba, Sevilla y Cádiz, entre otras, son las ciudades donde se representa el espectáculo.

Fanegas seguía resistiéndose a ser solo parte del recuerdo, aunque cada vez menos son los espectáculos en los que aparece, se nos hace imposible imaginar que por esos años viviera del cante profesionalmente y lo más probable es que alternara la profesión con cualquier otro trabajo, algo que aún no hemos podido comprobar. En septiembre de 1943 participa de nuevo en otro espectáculo en el Barcelonés junto al Niño de la Rivera; y un elenco de artistas poco conocidos donde destacan las primas de Carmen Amaya, y dos años más tarde en el Patio Andaluz de la piscina y deportes amenizando, junto a la Niña de Linares, las calurosas noches del verano. Algunas actuaciones esporádicas junto a Rayito y la Chicharra en el Club Trébol en 1946, y muy pocas noticias más de él nos aparecen por esos años, excepto algunas en su regreso por Cartagena, donde actuaría en la plaza de toros de Cartagena en compañía de Marchena y Canalejas entre otros grandes artistas, y de nuevo con la misma compañía en la desaparecida mítica Terraza Argüelles de La Unión, cuajando una excelente actuación. La juerga llegó después a los camerinos donde Fanegas demostró ser un cantaor largo, de un extenso repertorio. Los asistentes de esa noche recuerdan la fiesta de hace más de 50 años como si hubiese sido ayer. Juan Baños “El Fanegas” derrochó gracia, conocimiento y hondura, su cante serviría para que las bailaoras que venían en la compañía siguieran bailando hasta casi el amanecer. Tras el baile, Fanegas, contento y emocionado por el éxito de su actuación ante sus paisanos, siguió cantando para sus amigos, mostrando un largo repertorio de tarantas, cartageneras, milongas, fandangos, malagueñas, siguiriyas, soleares y bulerías, quedando en el recuerdo esta letra que interpreto con el aire de Jerez:

Las monjas del convento de Santa Clara
tienen un loro,
que rico loro, quien lo pillara,
que va del coro al caño
y del caño al coro.
Las monjas de Santa Clara
tienen un loro, tienen un loro.

Nos recuerdan quienes lo conocieron su carácter amable, agradable y respetuoso con sus compañeros, su personalidad atesoraba una enorme condición humana y su corazón de artista le hacía estar siempre dispuesto a ayudar a cualquier compañero de profesión que lo necesitase, y eso sería muy pronto.

En agosto de 1961 el diario cartagenero El Noticiero anuncia la vuelta a la tierra de Fanegas. A su encuentro acuden El Rampa, Alarcón, Antonio Piñana, y otros para la gala benéfica por él organizada a favor del Santo Hospital de Caridad, sería lo primera que haría al volver a su tierra, como si no pasaran los años, esas galas benéficas serían como las organizadas por su paisano Guerrita en los años 20 y 30. Esa estancia en la ciudad que, en un principio, sería para visitar a sus familiares duraría algunos meses. Pronto se corrió la voz y todas las compañías y artistas que trabajaban en ese tiempo por la Región, requerían de sus servicios para incrementar el cartel con un artista de calidad y, más aún, cuando este hombre que había triunfado en importantes escenarios nacionales era de la tierra, con ello conseguían que el público respondiera y llenara las butacas por el hecho de ver a un cantaor que, en los años 20 y 30, fue un punto de referencia para los artistas de nuestra Región y al que no veían desde hacía casi tres décadas,

Por ese tiempo se encontraba por La Unión y Cartagena el cantaor Enrique El Sevillano que venía encabezando a una compañía de artistas de poca relevancia en el momento. Entre los artistas por los que se hacia acompañar destacaba el cantaor nacido en Puerto de la Torre (Málaga) “Pedro del Puerto”, anunciado como “el Malagueño”, esto produjo un conflicto de importancia con el público que llenaba las butacas del cine Continental de Los Dolores, pues el nombre artístico de el “Malagueño” confundía a una afición que a quien espera ver era a Manolo El Malagueño, artista muy querido en la tierra y que gozaba en ese tiempo de un puesto privilegiado en cuanto a los gustos del público de aquella época. Fanegas que había acudido para disfrutar del espectáculo, al ver la reacción del respetable, decidió tenderle una mano a los artistas, subiendo al escenario y derrochando lo mejor de su arte y animando a un joven cantaor de la tierra en la que sería una de sus primeras actuaciones en público Antonio Rodríguez “Morenito de Levante”. De forma completamente altruista se unió al elenco en algunos escenarios de la comarca, para que la compañía, que se encontraba en una delicada situación económica, pudiera obtener un desahogo, ya que sus ingresos iban asociados a los beneficios de la taquilla y así poder trasladarse a su tierra. Con su intervención se vería incrementado sustancialmente el precio de las localidades y se aseguraba el lleno de los cines y teatros. Sus actuaciones se contaban por éxitos, sabemos que, entre otros lugares, actuaron en los cines de los Dolores y San Antón y de nuevo en la Terraza del Moderno, la que más tarde sería la famosa terraza Argüelles de La Unión, sede del primer festival del cante minero, donde el Niño Alfonso nos relata que interpretó una serie de cantes tradicionales destacando por soleares, bulerías, fandangos, cartageneras y tarantas. Nuestro querido amigo, el tristemente desaparecido y recientemente nombrado hijo predilecto de La Unión, Pascual García Mateos recogía así la noticia el 14 de septiembre de 1961 para el diario el Noticiero

“Esta noche y en el mismo local actuará el espectáculo que fue aplaudido con anterioridad «El ayer y el hoy del cante flamenco”. Destacan en el mismo las figuras del cante jondo ”Enrique el Sevillano y Juan El Gran Fanegas”.

Como hemos podido comprobar, Juan Baños era un cantaor de extenso repertorio, tal vez su cante en la discografía y actuaciones desde mediados de los 20 a los 40 se vieran influidos por el estilismo que imperaba entre los cantaores de aquel tiempo, pienso que la definición más acertada sería la de cantaor de extenso repertorio, sacrificado por las modas interpretativas del momento.

Estuvo comprometido con, y por su causa, la República. No puedo precisar si llegó a estar en prisión por sus ideales, algo que no sería nada extraño si analizamos con detenimiento las letras que unos años antes dejara registradas. Pero sí me atrevo a asegurar que Juan Baños fue un cantaor respetado como muestran sus grabaciones con el Niño de Marchena y Niño de la Huerta y las crónicas de excepción de la prensa de la época, sus grabaciones compartidas para la casa Gramófono y en solitario para Odeón, con la guitarra de Miguel Borrull, en la cual grabaría tarantas, fandangos, guajiras, milongas, y fandangos por soleares y para la casa inglesa afincada en Barcelona Parlofhone en la que registraría tarantas, fandangos republicanos y media granaína con la guitarra de Pepe Hurtado y Saetas, ilustrando un disco en el cual a través de los equipos móviles de la época se recoge el fervor de la Semana Santa cartagenera,

Su cante interesó a ilustres estudiosos del tema, entre ellos a quien fuera premio nacional de investigación en el año 1983, el flamencólogo e investigador Manuel Yerga Lancharro que trabajó en su biografía en busca de datos para la publicación de un futuro libro que nunca llegó a escribir. Como muestra reproducimos el siguiente documento fechado en junio de 1997, en una carta al aficionado unionense Ginés Candelas Ros, quien nos la ha cedido para este trabajo.


Según su hermano Paco, con los años estableció su residencia en Gerona donde se dice que falleció, ya nonagenario, en la década de los 80.
PACO PAREDES











"Sigue vivo en mi corazón". A mi querido amigo y maestro Enrique Morente



Qué difícil se me antoja escribir sobre el maestro y su arte, escribir del amigo. Su ausencia me estremece. Imposible, me parece imposible, ¿cómo nos vamos a hacer a la idea de que nunca más volveremos a disfrutar con su arte?, ¿que nunca más podremos disfrutar de sus grandes valores humanos? Pero si estaba pletórico, lleno de vida las últimas veces que lo vi, la última vez que hablamos por teléfono. Imposible, me parece imposible, no puede ser, por favor que alguien me despierte, que debo estar durmiendo. Todo esto debe ser parte de un mal sueño. Por favor, que alguien me despierte de una vez.

No puedo ser objetivo, no quiero, no puedo serlo, ¿acaso alguien puede ser objetivo cuando el arte fluye hasta penetrar hasta lo más profundo de tu interior?



El mejor cantaor

Enrique forma parte de mi vida desde el inicio de mis recuerdos, cuando desde mi niñez siempre escuché decir en mi casa que Enrique era una cantaor especial, de esos que nace uno cada cien años, de los que son capaces de crear, de amar y sentir y desarrollarlo a través de su personalidad infinita. No puedo ser objetivo, no quiero, no puedo serlo.

Tendría yo unos cinco o seis años cuando oiría por primera vez su nombre con una anécdota que me contó mi padre, y que recuerda cada vez que profundizamos en esta pasión nuestra que es el flamenco.

Como he dicho, mi padre, el “Niño Alfonso”, cantaor unionense, que gozó de cierto prestigio entre los años 50 y 70, y que por su afición y dedicación tuvo la oportunidad de alternar con las más prestigiosas figuras del momento, recuerda con especial cariño una conversación con Pepe Marchena, al que le unía una profunda amistad desde hacia muchos años atrás.

Con motivo de la celebración en 1965 del segundo Concurso Nacional de Cante por Cartageneras, en el que, el Maestro de maestros, actuaba como estrella estelar fuera de concurso, junto a otros cantaores como Jacinto Almadén y Manolo el Malagueño.



Marchena, fijando los ojos sobre Morente, que concursaba (ver cartel , al pie del artículo), le dice a mi padre:

“¿Ves a ese muchacho?, ¿lo conoces?”; al responderle que no, el maestro de Marchena le dijo, “ese joven es Enrique el Granaíno, y es el mejor cantaor que he escuchado nunca, el que va a acabar con todos nosotros el día que ya no estemos aquí”.

Tal afirmación, la verdad es que en esos momentos era difícil de entender y, por supuesto, durante algunos años me costó asimilarla y siempre me hacia la misma pregunta ¿qué le llevaría a Marchena a afirmar eso con tanta rotundidad?

Cuando fui creciendo, educándome en el cante, escuchando a infinidad de cantaores, disfrutando, riendo y llorando concada uno de ellos, cuando mediante la expresión única de un cantaor y una guitarra pude sentir todas las alegrías, sinsabores, nostalgias y melancolías del Arte Flamenco, lo comprendí. Tal vez en Pepe Marchena despertaba el joven granaíno un sentimiento nuevo, tan fresco y a la vez tan antiguo, que desprendía un aroma creativo de un tiempo que él ya había olvidado, o ¿quizás presagiaba en él una grandeza que aún estaba por venir?.

Fuere como fuere las palabras halagadoras fueron dichas por uno de los más importantes cantaores que ha dado la historia del Flamenco.

El cante gozaba de grandes cantaores por esos años, pero carecía de verdaderos creadores y renovadores, como en otras épocas de antaño, cuando la creación y la personalidad era un signo claro y evidente en los grandes maestros del género.

Yo no creo que Enrique Morente sea el mejor cantaor de todos los tiempos, o tal vez sí, ¡yo que sé!, sólo sé que se me hace imposible pensar en la magnitud y trascendencia del Olimpo del Arte Flamenco sin su figura. ¡Quién si no, seria el encargado de actualizar las viejas enseñanzas para que este arte vigente se adaptara a toda capacidad de sentir, sin cadenas que truncaran su proceso evolutivo!, ¿cómo pretendemos que un arte permanezca inmóvil dentro de unos cánones que se establecen a través de los tiempos, inalterable al paso de los años?, No , por favor, el maestro del Albayzin tiene un lugar privilegiado entre los más importantes genios del flamenco y su nombre sólo podría ser comprendido, formando parte de la mitología del Arte Flamenco, al igual que el de Camarón y el de Paco de Lucía, que se convertirían en las tres grandes figuras de nuestro tiempo, sólo sus nombres serán equiparados a genios como Silverio, Chacón, Tomás, El Torre, Vallejo, Pastora, Caracol, Mairena o el propio Marchena.

Y es que, algo tendrá el vino cuando lo bendicen.

Desde Don Antonio Chacón ningún otro cantaor ha sido capaz de aportar tanta creación al arte flamenco, de jugar con el arco melódico para crear y recrear un nuevo mundo de melismas y tonalidades, enriquecido con esos giros melódicos que nos adentran en un nuevo concepto heterodoxo, sí, pero que nace desde la más profunda ortodoxia…

Todo ello establecido desde esa posición privilegiada que te da el conocimiento, ese magisterio que se adquiere con la experiencia de haberte formado en las mejores universidades del arte, para luego enriquecerse hasta un extremo todavía no comprendido por unos pocos, que con concepciones inmovilistas se aferran a un pasado inamovible, como si la vida no hubiera evolucionado durante estos años.

Como diría mi querido amigo José Manuel Gamboa, “morentiano mayor del reino”, Enrique-cimiento. Enrique pone los cimientos para que en un futuro otros artistas puedan evolucionar sin el miedo a la presión a la que él fue sometido, a partir de él todos pueden cantar exteriorizando sentimientos a través de la música. Su cante era poesía y su carácter creativo haría que la poesía le saliera al encuentro para que él musicalizase ese momento con el sentir del cante jondo. La huella de Enrique se aprecia en nuestra cultura desde años atrás, sólo tenemos que ojear un poco en el panorama actual, como se mueve el flamenco en la actualidad. “Joder Enrique, cuánto nos has dejado, cuántas puertas has abierto”.

Apenas dos meses después de su actuación en el concurso de cartageneras, Enrique vuelve a la tierra para participar en el V Festival del Cante de las Minas de La Unión, su estilo interpretativo del cante por tarantas distaba mucho de lo que los jurados y organizadores de aquellos años querían impulsar como prototipo de los cantes unionenses, de los cantes mineros. El arte del joven cantaor granaíno no terminó de ser comprendido por los jurados de aquella época.



Vivencias

Pero en esos primeros años pasarían mil anécdotas que hoy podemos recordar con nostalgia. Algunas de ellas tuve la suerte de poder vivirlas personalmente, otras sin embargo sería de nuevo mi padre quien me las transmitiera y permanecen en mí con tanta vigencia que me parecen parte de mis propias vivencias.

En esos años 60, en los que Enrique vendría a participar como concursante en el “Festival Minero”, se le solía ver siempre acompañado de los artistas que por aquí pasaban, Bernardo de los Lobitos, Jacinto Almadén, con los que había trabado una gran amistad en Madrid, Flores el Gaditano, el Flecha de Cádiz… y con sus paisanos Manolo Ávila y Cobitos, que se convertirían en personajes característicos de La Unión de esos años, no sólo por su calidad artística, sino por las mil anécdotas que alrededor de sus figuras circularían por La Unión durante los años que a ella acudieron.

Una noche, Manuel Ávila y Cobitos son contratados para cantar en una fiesta privada, a la que Enrique también fue invitado. Primero el maestro de Montefrío interpreta sus cantes, los habituales en su repertorio, malagueñas, murcianas, temporeras, siguiriyas, granaínas, fandangos… Alguien del público pide que cante el más joven, a lo que inmediatamente responde Cobitos, “tú no cantes, que tú no sabes”, y dirigiéndose al respetable les anuncia con rotundidad: “Lo siento señores, pero él no está preparado, no puede cantar porque no sabe”, asintiendo Manuel Ávila: “No, él no, él no sabe… Niño, tú escucha y aprende”…

Cabe recordar que Enrique, por esos años, ya se había formado en Madrid con algunos de los mejores maestros que habitaban en la capital, y ya había sido vaticinado por el genial Marchena como “el cantaor que acabará con todos nosotros cuando ya no estemos”…

Y le toca el turno a Cobitos, tras la negativa de ambos a que Enrique siquiera alzara la voz para hacer ni un solo cante “porque, como no sabia”… Cobitos se sienta en su silla y se dispone a cantar, el guitarrista entona la salida para que cantara esas soleares trianeras del Portugués, descendientes de la escuela de Silverio: “Me preguntan si te quiero y yo digo que ni verte/ te quiero más que a mi madre con eso engaño a la gente”, y entre el silencio de la noche se escucha en el patio, donde se había improvisado el escenario, un invitado con el que nadie contaba, un grillo… Sí, un grillo que se había unido a la fiesta, para el asombro y las risas de los allí presentes. El canto del grillo desquició al viejo Cobitos, que, tras varios intentos, el sonido de su cante le hacia que no se centrara en la guitarra ni siquiera en lo que quería cantar, se hacía tan insoportable que no atinaba ni con la letra, y, enfadado, exclamo: “No, yo no canto, aquí no se puede cantar. A ver, que alguien mate a ese grillo que me lleva desentonao”, y así, ante el asombro de todos los presentes, se acabó la fiesta. Enrique, “como no sabía”, se tuvo que volver sin cantar y, lo peor, esa noche, tras el arrebato de Cobitos se fueron sin cobrar.

Al día siguiente sería contratado sólo el joven Morente y cuentan quienes asistieron que ya con sólo 23 años Enrique dio un magnifico recital cargado de maestría y jondura, ya por esos años el granaíno era un adelantado de este arte, y su actuación había que calificarla como antológica, de esas que hacen historia. Que lástima que no que den documentos sonoros de lo cantado aquella noche. Años después, cuando cariñosamente recordábamos esta anécdota, Enrique, al cual se le escapa una simpática sonrisa, acompañada con una leve carcajada, me decía: “Por favor Paco, cómo voy a decir en Graná que a mi querido Cobitos le dio un revolcón un grillo”.


Reconocimientos

Su figura encontraría, no obstante, en La Unión un cariño especial y volvería en algunas ocasiones a las galas del Festival destacando entre ellas la realizada el 13 de agosto de 1971 junto a los hermanos Antonio y Manuel Mairena, Chocolate, Fernanda y Bernarda, y La Perla entre otros. También acudiría a los ciclos culturales impulsados por la Caja de Ahorros del Sureste acompañado por la guitarra de Manzanita. De esta ocasión recogemos unas estupendas declaraciones al diario El Noticiero de 25 de Enero de 1973 en una magnifica entrevista guiada por mi querido amigo, ya desaparecido, Tomás López Castelo, quien, a través de las páginas del diario, creara una Cátedra de Flamenco que seria reconocida con el premio de periodismo por la Cátedra de Flamencología de Jerez:

-¿Por qué buscas nuevas formas al cante?

-Sólo porque no creo que haya unos cánones o patrones para los cantes, yo intento llegar a las gentes y eso es lo que estoy consiguiendo.

-Enrique se habla de que has asesinado el cante…

-Yo no he asesinado el cante, lo que pasa es que los castillos montados no los acepto, claro que siento un gran aprecio, una gran veneración por esos maestros del cante como son Antonio Mairena, Pepe el de la Matrona, Sellés y otros. Pero eso no quiere decir nada para que yo tenga y quiera hacer mi estilo personal, ya que los patrones del cante fueron hechos por cantaores y los que le siguieron cogieron el mismo camino.

-¿Has pensado que con tus nuevos descubrimientos, dentro del cante, puedes desconcertar a la afición y tener una dura crítica de ella?

-Me han llamado «el asesino del cante y otros el «Al Capone” del cante. No creo que mi estilo sea un escándalo para la afición. Lo que yo intento es darle mi estilo y mi forma y eso es lo que estoy haciendo, y prueba de ellos es que la afición me escucha y me aplaude.

Más tarde, con el paso de los años, sería homenajeado en el Festival Internacional del Cante de las Minas dedicándosele la edición del 2004 y recibiendo el “Castillete de Oro”, máximo galardón honorífico entregado por el Festival, coincidiendo con el momento más importante de éste, sus bodas de oro.

El amigo

Enrique te hacia siempre sentirte importante como si tú tuvieras un lugar de relevancia en su vida, nos transmitía con su sensibilidad que cada uno de los que él consideraba sus amigos formábamos parte de su universo, pienso que todos éramos importantes para él y nos lo demostraba con su respeto, aprecio y ese don sincero que nacía con su persona.

A mí, personalmente, me enganchó su forma de ser, a mi mente vienen con mucho cariño algunas de sus acciones hacia mi persona que prefiero recordarlas en la intimidad.

Enrique fue y es un artista universal, pero sobre todo fue una gran persona, de esas que siempre recordaremos con cariño, con una inteligencia fuera de lo común y con una excesiva sensibilidad, si no fuera de esa manera ¿cómo se podría entender su obra?

Creo que su grandeza hubiera abarcado una infinidad de nuevas creaciones, harían falta mil vidas para desarrollar artísticamente todo lo que llevaba dentro; su inquietud le hacia mejorarse día a día.

No puedo transmitir lo que sentía cuando aparecía un nuevo disco suyo, esa sensación de abrirlo, ojearlo y escucharlo es algo que no puedo explicar con palabras, nunca sabíamos con lo que nos íbamos a encontrar, era un mundo nuevo cargado de musicalidad que el maestro nos ofrecía a quienes quisiéramos sentirlo, a quienes quisiéramos disfrutarlo.

Cada una de sus actuaciones creaba un sentimiento especial en mí, sin saber que la desgracia estaba cerca, acudía a verle como si esa vez fuera la última… y por desgracia esa actuación del Festival unionense en sus Bodas de Oro, seria la última en que lo viera en escena.

Esa noche, mi hijo de cinco años, te decía: “Enrique eres el que mejor cantas. Mi padre siempre escucha tus discos” y no se me olvida la risa que soltaste en ese momento, ni tus cariñosas palabras…

Recuerdo con especial cariño esa conversación mantenida hace algún tiempo en el Palacio de Congresos de Granada, en el homenaje a tu querida Loles del Cerro, donde me dijiste los proyectos que tenías con los cantes mineros, que ilusión me hubiera hecho ver tus proyectos terminados y que estos cantes de mi tierra que tanto quiero se vieran representados en una nueva obra tuya para la posteridad.

O esa noche, muy reciente, donde fuiste entrevistado para el diario La Verdad. Después de la entrevista, te encontramos pletórico, lleno de vida, de ilusiones y tu cante puro, como sólo tú sabias hacerlo, fluyó entre nosotros. Los duendes del flamenco sobrevolaron por la ciudad minera, regalándonos la esencia sensitiva de tu arte. Tu cante se pudo sentir en la intimidad, dotado de ese magnetismo especial que sólo tú podías transmitir, transportándonos a ese momento mágico de sensaciones, que muy difícilmente volvamos otra vez a sentir.

Querido amigo, estimado Maestro, tú sabes lo que te he admirado y lo que te admiro, no imaginas lo orgulloso que me he sentido de que me consideraras tu amigo.

Las campanas de la gloria
Resuenan por soleá
Cantado estará Morente
Con el aire de Graná.




Paco Paredes.